Dos eran los principales defectos de Donald Cerrone que tenían muchas posibilidades de aparecer en Las Vegas ante Conor McGregor, su habitual cero interés en planificar las peleas y la exagerada tendencia a venirse abajo cuando es presionado desde el principio.
Como el combate duró tan poco no podemos saber si realmente el ‘Cowboy’ había entrado con un plan de lucha al octágono. Sinceramente, aunque hubiera sido así, poco le hubiera valido si tal y como dijo en la semana previa esa estrategia no pasaba por llevar al irlandés al suelo.
Lo que sí vimos de nuevo fue a ese Cerrone superado y acobardado ante la presión inicial de un contrincante TOP. Porque TOPS son Dos Anjos, Masvidal, Till y no Perry, Medeiros, Hernández.
McGregor, que olvidó hacer su ‘Billionarie Walk’, quizás estaba solo enfocado en transformar la dulzura de los días anteriores en una apisonadora. «Le puedo leer tan fácil como a un libro de niños», había dicho el de Dublín del americano. Sin ser una frase que entraría en otro hipotético libro llamado «Las 50 mejores frases de Conor ‘Trashtalker’ McGregor», lo dice todo. La bandera blanca siempre la tiene a mano Cerrone. Lo sabían en el SBG. Lo sabemos todos.
Así que pocas conclusiones podemos sacar de la pelea. Pasó lo que tenía que pasar e imperó la lógica. McGregor sube enteros contra un rival asequible y el rival, Cerrone, volverá a su rancho a entrenar y montar a caballo. Y si algún día vuelve a combatir contra un Top, ya sabéis cuál será el título de ese libro.
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