Que te pillen en pleno confinamiento conduciendo ebrio con la única compañía de una botella de mezcal es la última señal de auxilio que ha recibido la comunidad de las MMA por parte de uno de sus mejores soldados: Jonathan Jones (Nueva York, 1987). Una más.
¿Quién en su sano juicio va por ahí de esas maneras? Alguien con serios problemas, no tiene más vuelta de hoja. Una cosa es salir de fiesta y que el tema se vaya de las manos. Otra, mucho más significativa, es la que le ocurrió este pasado jueves en las calles de Albuquerque, eso de irse a lo ‘lonely’ a conducir y beber porque «no puedo aguantar en casa». Ayer, hoy y mañana este comportamiento es reflejo de un individuo en peligro.
Hasta ahora, ya conocíamos a Jon Jones y su facilidad para meterse en complicaciones, no voy a recordar su currículum. Pero siempre esperábamos un cambio en su vida que le llevara por el buen camino.
Hace tres semanas leía a Tim Kennedy hablar sobre sus entrenamientos en la Jackson Wink MMA Academy con Jones. «Cuando estaba centrado, odiaba entrenar con él, era muy dominante», comentaba este exluchador del UFC y militar de profesión. Eso sí, también hacía referencia a los días malos de ‘Bones’: «Cuando estaba mal si había salido la noche anterior, podía percibir su olor a alcohol y marihuana. Si empiezas a sudar, eso sale todo. Entonces era el día en que podía ganarle la espalda y marcar el ritmo. Era como el día y la noche».
La cuestión es que en lo deportivo a Jones le va a costar más ahora pasar «del día a la noche» que antes. Tim Kennedy coincidió con él en su época joven, de los 20 a los 30, un momento en la vida en la que el cuerpo aún nos perdona muchos excesos. Ahora, pasada la barrera de los 30, cada uno va recibiendo lo sembrado.
Casualidades o no, si os fijáis en el 2019 contra Smith y Santos el ritmo de pelea de Jones fue bajo. Este año contra Reyes (digáis algunos lo que digáis) directamente fue barrido en los tres primeros asaltos.
O el soldado Jonathan Jones recibe (y acepta) ayuda o, lamentándolo mucho, puede seguir los pasos de otro ilustre combatiente, el soldado Jay Dee Penn.
Gloria a los 20, pena a los 30.
Hacer un comentario