UFC188, junio del 2015, Kelvin Gastelum se enfrentaba a Nate Marquardt. Después de dos asaltos de superioridad clara del primero, la bocina llevó a ambos contendientes a sus esquinas. Marquardt toma asiento. Tiene la cabeza baja, mira al suelo mientras habla su entrenador Trevor Wittman:
- Entrenador: “¿Estás bien?, mírame, Nate, mírame…”.
- Marquardt: “No tengo ya nada más”.
- Entrenador: “Ok, se ha acabado. Pare la pelea».
Ahí tenemos a un entrenador que sabe perfectamente que su pupilo ya lo ha hecho todo en las MMA. El infierno puede esperar.
UFC224, este pasado fin de semana. Amanda Nunes defendía su cinturón del peso gallo ante Raquel ‘Rocky’ Pennington. Después de cuatro asaltos de solidez de la campeona, una superadísima Pennington se acerca a su esquina, su intención es rendirse, al fin y al cabo, Rocky solo era una película.
- Pennington: «Estoy acabada. Quiero que esto acabe».
- Entrenador: «No, no, no…La conozco, la conozco. Vamos a superar esto. Vamos a creer. Cambia tu mentalidad. Cambia tu mentalidad. Vamos a tirar todo lo que tengamos. Ya nos recuperaremos después. Tiremos todo lo que tengamos».
«I’m done!»
Corner: «No, no, no, no.»
Raquel Pennington is finished in the fifth round just moments after telling her corner «I’m done» ? #UFC224 pic.twitter.com/wU52xiCaLE
— #UFCChile: Maia vs. Usman on BT Sport (@btsportufc) 13 de mayo de 2018
Ahí tenemos a un entrenador que sabe que esta no es una pelea preliminar. Hay un cinturón en juego. Su misión en ese momento es animar a su luchadora rota y empujarla hacia el milagro. Se ha de intentar. Sea lo que sea, aunque sea diciéndole que lance el golpe más extraño e inesperado que tenga en su repertorio. Una última bala siempre queda después de descansar un minuto.
Eso sí, y aquí viene -para mí- el gran error de ese y otros entrenadores en MMA. Al mismo tiempo que envías a Pennington de nuevo a la batalla has de coger la toalla ya en tu mano buena. Tú y todos los miembros de la esquina, si hace falta. En el momento en que quede claro que esa remontada no va a suceder, por ejemplo, en la concesión de un nuevo derribo fácil a la rival, das la orden de sacar la bandera blanca. Evitemos un castigo innecesario extra, se hizo lo que se pudo.
Eso no sucedió el sábado. De hecho, me cuesta recordar una toalla volar sobre el octágono en la era moderna del UFC. ¿Por qué?
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