¿Supongo que conocéis ‘Depredador’ (1987, John McTiernan)? Para mí, la mejor película de acción que haya podido ver. En ella, como colofón final hay una batalla entre el personaje interpretado por Arnold Schwarzenegger y el alienígena que da título a la película. Schwarzenegger es más débil y tiene peor armamento pero aprovecha la única opción que tiene para darle guerra a la bestia: la inteligencia.
Precisamente en modo bestia se puso Francis ‘El Depredador’ Ngannou en el tramo inicial del primer asalto ante Miocic la noche del sábado (UFC220). El camerunés arrancó con una potencia demoledora. Buscaba acabar por la vía rápida a base de golpes capaces de noquear a un elefante. Más fuerte, más poderoso.
Stipe Miocic capeó el temporal como pudo. Su ojo izquierdo pagó el peaje de pelear contra un portento físico en esos primeros tres minutos de combate. A partir de ahí, Ngannou, que se había vaciado de energía, empezó a mostrar un declive exagerado, insultante. Con el modo ‘no puedo ni con mi alma’ activado en el africano, Miocic (bombero de profesión) solo tenía que tirar de manguera para apagar el fuego descontrolado.
En su esquina sabían que a Ngannou se le podía derribar. Ya lo demostró previamente un buen wrestler como Curtis Blaydes. Así que buena parte de los siguientes cuatro asaltos tuvo lugar en el suelo, sitio indispensable si quieres cazar a un cazador. Y ahí en el suelo acabó la historia del ‘Depredador’ (de momento).
La verdad es que Ngannou no había logrado hasta ahora nada que Miocic no hubiera hecho anteriormente. Todos los grandes nombres que habían caído ante sus puños (Arlovski, Overeem) ya lo habían hecho ante el norteamericano de origen croata. En cambio, Miocic tenía mucho más camino recorrido. Haberse medido a Junior dos Santos dos veces (ganando una y perdiendo muy, muy, muy ajustadamente la otra) o quitarle el cinturón a Werdum en Brasil no está al alcance de cualquiera.
Aún sin tener la potencia del ‘Depredador’, la técnica, el aguante físico, y como no, la cabeza de Stipe Miocic declinaron la balanza. La inteligencia ganó a la fuerza. Qué grande Schwarzenegger.
Hacer un comentario