Es uno de los grandes defectos que pueda tener cualquier persona, el no saber dónde está el punto medio entre lo mucho y lo poco, el más y el menos. También ocurre en las MMA.
Michel Pereira (23-10), al que supongo ya conoceréis los más entendidos, dio una lección de ello el pasado sábado en Vancouver (Canadá). El brasileño tiró de su repertorio habitual de acrobacias ante Tristan Connelly. Tiró tanto de ellas que su tanque de gasolina empezó a marcar la reserva antes de acabar el primer asalto (habría que sumar su show del ‘pre’). Normal que perdiera por decisión. ¡Te pasaste Pereira!
No critico su estilo porque al fin y al cabo es el que le ha llevado al UFC (siendo honesto, de todo su arsenal de excentricidades diría que solo son efectivas las rodillas voladoras y, quizás, algún golpe que pueda sacar impulsado en la reja. Lo otro es un bonito, impactante y sorprendente humo).
Lo que realmente vengo a cuestionar es su falta de mesura.
Más allá de los problemas que tuvo para dar el peso, el ‘Demolidor’ debería empezar a controlar el número de volteretas que hace por round. Le recomendaría encarecidamente que visitara al luchador número uno a la hora de administrar sus energías dentro del UFC: Yoel Romero.
Sabedor de sus limitaciones de cardio por edad y excesiva masa muscular, Romero mantiene un ritmo lento de pelea hasta que estalla. Luego buenamente recupera. Estalla y recupera. Incluso en las peleas a cinco episodios, el cubano ha llegado casi a regalar asaltos para equilibrar sus prestaciones.
Nunca he hecho backflips, frontflips o como se llame lo que hace Michel Pereira pero seguro que el gasto energético para hacerlos debe ser importante. El riesgo de sobrepasarse en su uso puede dejar su paso por el Ultimate Fighting Championship en una anécdota bonita, impactante y sorprendente, sí, pero solo eso, una anécdota.
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