El fútbol trata de meter la pelota dentro de la portería contraria. El baloncesto, dentro del aro. El rugby tiene como objetivo llevar la pelota ovalada a la zona de anotación rival. A estos deportes se juega. Con mayor o menor contacto dependiendo de cada disciplina, el roce con tu adversario está limitado. Por eso si te pasas de brusco, te echan. Son juegos.
Diferente negocio el de las MMA. Tenemos a dos luchadores frente a frente cuyo objetivo primordial no gira en torno a un esférico sino a pelear. Cuerpo a cuerpo.
Si uno quiere golpear, el otro también. Si uno quiere derribar, el otro querrá todo lo contrario. Ojos que se hinchan, cortes que se abren, narices que se rompen.
Hay que ser muy duro para hacer eso. Además, aquí no tienes diez compañeros que te ayuden si no es tu día, no hay un pívot de 2.15cm al que pasarle la bola si nadie se atreve a tirar, no existen cambios ni banquillo. Si no estás fino, te jo***. Solo ante el peligro, Gary Cooper.
Uno entra a competir teniendo claro que al acabar puede que un coche le lleve al hospital.
A las artes marciales mixtas no se juega, se pelea y punto.
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