Un partido de fútbol entre el Liverpool y el Paris Saint-Germain no es lo mismo que uno entre el Villarreal y el Betis. La diferencia -en términos de riesgo- entre ambos encuentros es abismal, astronómica. Se sabe y se conoce que los hinchas franceses del PSG la pueden liar en cualquier momento. Y, por supuesto, se sabe y se conoce que la afición de cualquier equipo británico tiende a recibir vigilancia especial por tristes historias pasadas. En el deporte rey, a más previsión de problemas, más medidas.
Bien. Dicho esto. Pasamos al McGregor vs Khabib.
Vamos a ver, por abreviar, tenemos a un tal Conor McGregor que, por poner un ejemplo de lo que es capaz, en el Bellator 157 (noviembre 2017) en el que peleaba su amigo Charly Ward irrumpe en la jaula, empuja al árbitro Marc Goddard y abofetea a un miembro de la organización.
Sí, sí, el mismo Conor McGregor que junto con su ‘panda’ de colegas en el pasado mes de abril atacaron un autobús de luchadores entre los que se encontraba Nurmagomedov en la previa del UFC223.
Con todo eso y TODO LO QUE ME HE DEJADO llega el día de un combate que si fuera un partido de fútbol sería ese PSG-Liverpool y mis ojos siguen viendo lo de siempre…
¿Os habéis fijado en esos hombres que llevan chaquetas rojas, que suelen entrar al octógono antes y después de las peleas? ¿Para qué están? Yo diría que, entre otras cosas, para evitar males mayores, ¿no?
¿Y por qué se parecen la mayoría a personajes salidos del bar de Moe de Los Simpson? No sé si los contrata el UFC o la Comisión Atlética de turno pero gran parte de ellos son como mi tío Paco, gran bebedor de cerveza, magnífico comedor de cacahuetes.
Fuera bromas, en serio. Al acabar la contienda entre Nurmagomedov y McGregor, el ruso origina todas las imágenes lamentables que hemos visto por dos razones:
- Porque estalla después de acumular toneladas de rabia durante muchos meses (no lo defiendo pero lo entiendo).
- Porque el empleado de la casaca roja no es capaz de impedir que salte la jaula.
Dicho esto, es evidente que en peleas que se sabe que pueden ocurrir este tipo de cosas, es decir, cualquiera en las que esté McGregor, los hermanos Díaz…etc, se ha de contratar a un equipo especial de profesionales, gente joven, atlética y fuerte, a los que no se le escape un luchador con la facilidad con la que Messi se iría de un lateral de Regional Preferente.
Operativo sencillo: Pelea de alto riesgo, acaba el combate, seis casacas rojas dentro rápidamente y en el exterior ocho, uno por cada lado del octógono. No puede saltar nadie ni de dentro para afuera ni de afuera para dentro. Si hace falta se contrata a jugadores de fútbol americano en activo acostumbrados al noble arte de placar. Pero, por favor, no más ‘tíos Pacos’ en un Khabib-McGregor.
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