«Estamos en otra era… Antes no había MMA, UFC, no había alternativas». Estas palabras recogidas en el USA Today del entrenador de Gennady Golovkin, Abel Sánchez, antes del combate de su pupilo contra Canelo Álvarez, son las declaraciones más acertadas que he leído en mucho tiempo sobre la ascensión de las Artes Marciales Mixtas y su relación con el deporte de combate dominante por antonomasia, el boxeo.
El entrenador de GGG dice que antes «no había alternativas». ¿Las había? En la historia, ¿qué deporte de combate le ha plantado cara al boxeo? ¿El judo? ¿El kick boxing? ¿La lucha? ¿El taekwondo? ¿Ninguno de ellos?
A nivel global, el boxeo siempre ha sido ese león que ha dominado su territorio expulsando sin demasiados problemas a los competidores. El rey de la sabana. Lo que ocurre es que esta «otra era» -a la que aludía Sánchez- ha traído el primer deporte de combate que realmente sí puede quitarle privilegios al Rey: las MMA.
Gusten o no gusten, las MMA y su principal promotora mundial, el UFC, han llegado y lo han hecho para quedarse. La gente del boxeo lo sabe. «Muchos seguidores se han ido por culpa de las MMA… Si no entretenemos a los fans, no vamos a vender», añadía el entrenador de Golovkin.
Esa es precisamente una de las claves del éxito de ese león joven de hermoso pelaje que ha llegado reclamando protagonismo, su atractivo. Las MMA combinan puños, patadas, codazos, derribos, sumisiones…etc. Su presencia es una clara amenaza para el Rey.
A partir de ahí y ya dejando de lado el lenguaje metafórico, la sabana y el mundo animal, solo hay una opción posible para el boxeo respecto a las MMA: aceptar la realidad de la nueva era y adaptarse a ella.
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