No es lo mismo tener 15 años que tener 30 ó 40, ¿verdad? Hay cosas que haces con una edad que no haces ya con otra. ¿Tomarse un cubata de trago? Eso lo haces cuando tu cara aún tiene granos, no cuando los únicos granos que ves son los del café en los carajillos que te tomas. Bueno, pues con el UFC y la WWE pasa lo mismo.
Ser niño o adolescente y que te encante la lucha libre profesional (lo que los americanos llaman pro wrestling) es normal. Recuerdo al ‘Enterrador’ cuando a finales de los 80 salía en Canal 9, la Televisión Valenciana, con el nombre de ‘Mean’ Mark Callous en la promotora de bajo presupuesto WCW. Luego Mark Caloway dio el salto de calidad y se pasó a la WWF (la actual WWE) para empezar con el personaje que, si no tengo mal entendido, aún casi 30 años después sigue interpretando.
Porque al fin y al cabo, eso es la lucha libre. Un teatro. Esos luchadores son gente muy preparada físicamente que pelea de ‘mentirijillas’. Entran al ring sabiendo quién ganará y quién perderá. Bonito entretenimiento si te llamas Alfredito.
Pero cuando Alfredito se convierte en Alfredo, cuando los años pasan, cuando los huevos se van ennegreciendo por el humo de 100 batallas…has de pasar a otro nivel. Es entonces cuando aparecen los deportes de contacto, las MMA, el UFC. Sin guiones que valgan, dos peleadores que entran a un octágono con balas de verdad. ¿Ganar o perder? Nadie lo sabe, no está escrito, no hay papeles que interpretar. O pegas o te pegan, o sometes o te someten. Sangre, sudor y lágrimas.
Entonces ya no eres un niño, eres un hombre.
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