No soy muy fan de los hermanos Díaz, ni del mayor ni del pequeño, Nick y Nate. Para el caso es lo mismo. Los dos son igual de malcarados, bravucones y deslenguados. Los dos pelean de similar manera, idénticas gotas de agua con 10 kilogramos de diferencia.
Nate, el pequeño, fue elegido para sustituir al lesionado Rafael dos Anjos en la pelea contra Conor McGregor del UFC196. Buena elección en poco margen de tiempo porque si hay algo que les sobra a los hermanos Díaz es carisma. Con Nate Díaz se mantiene el interés en ese combate. Aunque sólo sea por ver cómo saltan chispas en el pesaje o su cara a cara en los segundos previos al inicio.
Es cierto aquello de que «no hay que vender la piel del oso antes de cazarlo», que «no hay rival pequeño», que «dentro de un octágono todo puede ocurrir» y bla bla bla...pero vamos a ser claros, Nate Díaz está a años luz de McGregor.
Díaz saldrá como siempre salen los Díaz, al frente, lanzando manos, agobiando, mucho corazón, nada de cabeza. No tienen estrategia alguna más allá de su única arma: los puños. El problema es que esto no es boxeo, son MMA. El día que un hermano Díaz lance una rodilla voladora o un puño giratorio se parará el mundo. Ya no te digo el día en que derriben a alguien.
Y claro, en la esquina de enfrente estará Conor McGregor. Tan chulo como Nate pero más inteligente, más técnico, más todo. Menudo caramelito le han puesto, vaya diferencia con Dos Anjos. No debe preparar nada especial para este combate porque sabe perfectamente que se va encontrar. Cuando el árbitro diga ¡fight! un maletín lleno de dinero se abrirá de par en par para él. Se moverá continuamente y elegirá el momento adecuado para conectar con patadas, rodillas y puños. La única duda es si sabrá acoplarse al peso en el que pelearán (77kg). Aún así, Díaz no debería ser más que easy money para el irlandés sediento de whisky.
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